El Arqueoptérix (ala primitiva), es un fósil con cabeza, cuello y cuerpo de reptil tipo lagartija; y con alas extendidas de ave, con tres dígitos en cada una. Los evolucionistas lo presentan como el eslabón perdido entre los reptiles y las aves, lo cual es extraordinario, pues si así fuera, sería el único fósil transicional encontrado, entre cientos de millones estudiados.
Medía unos 35 cm (como un cuervo), tenía una cola ósea con plumas gruesas, y las plumas de las alas eran asimétricas, como las de las aves voladoras actuales. “Es la única criatura con la que los evolucionistas pretenden apenas esbozar algo que semeje un argumento (a favor de la evolución).” Duane Gish, Evolution, 1985, p. 110.
Sus 10 fósiles, proceden todos de la cantera caliza de Dorr, en Solnhofen, Alemania, correspondiente al periodo Jurásico, supuestamente de hace 150 millones de años; y fueron vendidos entre los años 1861 y 1988, al Museo Británico y al Museo Humbolt de Berlín, Alemania. Uno es de una pluma, otro de un pájaro sin cabeza, y sólo dos están completos.