¿Cómo le comunica un organismo a su descendencia toda la información que necesita para desarrollarse, madurar, y multiplicarse? ¿Cómo sabe el organismo qué proteínas necesita
fabricar para poder respirar, alimentarse, funcionar, y reproducirse? ¿Cómo inicia, controla, y sabe cuando finalizar la producción de sus proteínas?
Toda la información necesaria, equivalente a unos 500 libros enciclopédicos, está detalladamente codificada en el ADN (ácido desoxirribonucleico) del núcleo celular, mediante un lenguaje especial, escrito en dos renglones paralelos, y con una infinidad de combinaciones de sus únicas cuatro letras o nucleótidos (A,T,G,C), que son comunes a todas las especies.
Lo maravilloso es que aunque por ejemplo, muchos tienen los códigos (miles de genes) que ordenan y controlan la formación del ojo y sus anexos, nunca, a un perro le sale un ojo de mosca, porque, aunque su código usa el mismo alfabeto, la información en cada ser vivo, está escrita en “idioma” diferente. Esto comprueba que no son parientes.