Arthur Custance, Doctor en Ciencias de la Educación
Así, este artículo trata de demostrar:
(1) que la distribución geográfica de los restos fósiles es de una naturaleza tal que queda explicada de la manera más lógica tratándolos como representantes marginales de una amplia y en parte forzada dispersión de pueblos procedentes de una sola población en crecimiento establecida en un punto más o menos central a todos los mismos, enviando oleadas sucesivas de migraciones, donde cada una de estas oleadas impulsaba a la anterior hacia la periferia;
(2) que los especímenes más degradados son aquellos representantes de este movimiento general que fue echado a las áreas menos hospitalarias, donde padecieron una degeneración física como consecuencia de las circunstancias en las que se vieron obligados a vivir;
(3) que la extraordinaria variabilidad física de sus restos resulta de que formaban parte de pequeños grupos humanos aislados y muy consanguíneos; mientras que las semejanzas culturales que vinculan a incluso los más dispersos de entre ellos indican un origen común de todos;
(4) que lo que es cierto del hombre fósil es igualmente cierto de las sociedades primitivas extintas y presentes;
(5) que todas estas poblaciones inicialmente dispersadas proceden de un grupo básico —la familia camita de Génesis 10;
(6) que fueron posteriormente desplazadas por indoeuropeos (esto es, los jafetitas), que sin embargo heredaron o adoptaron su tecnología, sobre la que se desarrollaron, y así consiguieron ventaja en cada área geográfica en la que se extendieron;
(7) que a lo largo de estos desplazamientos, tanto en tiempos prehistóricos como históricos, nunca hubo seres humanos que no pertenecieran a la familia de Noé y sus descendientes;
(8) y finalmente, que esta tesis queda fortalecida por la evidencia de la historia, que demuestra que las migraciones siempre han exhibido la tendencia a seguir estas pautas, que han ido frecuentemente acompañadas de ejemplos de degeneración tanto a nivel individual como de tribus enteras, y que generalmente resulta en el establecimiento de una dinámica general de relaciones culturales que son paralelas con las que la arqueología ha revelado en la antigüedad.